A diferencia de los adolescentes de su
edad, Ariana no estaba interesada en lo absoluto en el mundo de las
redes sociales; no tenía cuenta en Facebook, ni MySpace o Hi5 y raras
veces se conectaba para chatear por MSN. Sus amigos, por el contrario,
pasaban la mayor parte de su tiempo libre en internet, sobre todo
«tuiteando». Tenían miles de seguidores y le insistían frecuentemente en
que creara una cuenta en Twitter para poder estar más comunicados.
Paco, uno de sus amigos más allegados, le
mandó una invitación a su correo electrónico para que creara su cuenta.
Aún no convencida del todo, Ariana finalmente aceptó la solicitud:
«Veamos de qué rayos se trata esta cosa y por qué les gusta tanto estar
metidos ahí». Ariana abrió el link que venía en el correo. Los primeros
pasos le resultaron sencillos, sólo dudó cuando tenía que pensar en un
nombre de usuario; después de darle muchas vueltas al asunto, se decidió
por llamarse @TuiteraAnalfabeta, por el poco conocimiento que tenía del mundo cibernético.
Después de que terminó de configurar su
perfil y de dar «follow» a todos sus amigos, pensó que sería mejor
ponerle candado a su cuenta para que sólo ella y sus amigos leyeran sus
tuits; había escuchado tantas historias sobre personas malvadas que
acechaban a sus víctimas por las redes sociales que pensó que era mejor
tomar precauciones.
Al día siguiente, al volver de la escuela
y después de que terminó con sus tareas, decidió conectarse un rato en
Twitter para ver qué novedades había, y se encontró con que todos sus
amigos y demás conocidos de la escuela tenían en sus tuits el hashtag: #BuscamosAMartha,
y todos habían tuiteado la foto más reciente de la muchacha. Martha, si
bien no era amiga íntima de Ariana o de sus amigos, era una chica muy
popular en la escuela por ser muy amiguera, siempre se la vivía de
fiesta en fiesta y era muy querida por todos.
Ariana estaba muy desconcertada por todo eso, así que le mandó un tuit a Paco:
«Oye, ¿qué es todo esto de #BuscamosAMarta? ¿Qué fue lo qué sucedió?».
Paco estaba conectado en ese momento también, y enseguida le respondió:
«Pues no sé mucho, sólo que ella fue a una fiesta el sábado y no regresó a su casa».
«Bueno, pero ¿no hay pistas o alguna idea de qué le pudiera haber pasado?».
«No, nada. Ya la buscaron en todas las
clínicas y hospitales y no está, ya descartaron el hecho de que haya
sufrido un accidente».
«Bueno, yo tengo que salir, cualquier cosa estamos en contacto. Saludos».
Pasó un mes y aún seguían sin tener
pistas de Martha. La búsqueda se extendió a nivel nacional y nadie la
había visto ni tenía noticias de ella. Sus padres comenzaron a bajar la
guardia y a darse por vencidos; ya habían hecho todo lo humanamente
posible por encontrarla y no había resultados positivos. Al día
siguiente, Ariana y Paco estaban en el patio de la escuela, tenían una
hora libre así que aprovecharon para platicar, cuando de repente sonó el
celular de Ariana. Era una notificación de que tenía una nueva petición
de seguimiento en Twitter de parte de un usuario que se hacía llamar @SíguemeYTeSeguiré.
El perfil de la cuenta no tenía avatar, no tenía seguidores, no seguía a
nadie y no había tuiteado aún, sólo tenía escrito en su biografía: «Si
me sigues te sigo, sígueme y te seguiré». Ariana le mostró a Paco la
solicitud y le preguntó si lo conocía y Paco le explicó que podría
tratarse de un nuevo tuitero que estaba aplicando la técnica del #FollowBack
para conseguir seguidores. Entonces Ariana aceptó la petición y le
regresó el follow. Sonó la campana y los chicos regresaron a sus clases.
Pasaron un par de semanas, era una tarde
cualquiera, Ariana había acompañado a sus papás a comprar materiales
para hacer algunas reparaciones en su casa y ella ya estaba aburrida de
tanto andar. Decidió sentarse un rato y conectarse a Twitter desde su
celular y se encontró con otro hashtag similar al de Martha, esta vez
era: #BuscamosARita, otra alumna de
la escuela, quien no era popular y amiguera como Martha, sino que era la
cerebrito de su salón y siempre figuraba en el cuadro de honor. La
historia era similar a la de la desaparición de Martha: Rita había dicho
a sus padres que debía reunirse con sus compañeros para hacer un
trabajo de investigación en la biblioteca y nunca regresó a casa.
Pasaron un par de meses y la desaparición de Rita quedó en el olvido al
igual que la de Martha.
Una tarde, Ariana iba caminando pensativa
rumbo a su casa, había ido a casa de Paco a explicarle un ejercicio de
matemáticas que no había entendido en clase y se le había hecho un poco
tarde. Decidió caminar aprisa para llegar lo más temprano posible a su
casa. Se le ocurrió tomar un atajo cortando vuelta por el parque, el
cual estaba solo y totalmente desértico. «Qué raro», se dijo Ariana. «Si
no es demasiado tarde». De repente empezó a oscurecer aún más y el
parque quedó totalmente envuelto en una penumbra nocturna; sólo se
escuchaba el viento que corría entre los árboles.
Ariana comenzó a asustarse y a sudar
frío, sentía que estaba caminando en círculos sin avanzar a ningún lado y
empezó a tener la extraña sensación de que alguien la venía siguiendo
de cerca. Empezó a correr mientras el corazón le latía fuertemente hasta
que tropezó con una piedra y cayó al suelo; desesperada decidió sacar
su celular de la bolsa para usarlo como linterna y así poder ver por
dónde iba. En cuanto oprimió una tecla del teléfono notó que tenía una
notificación en Twitter de que alguien le había enviado un DM, que
decía: «Ariana, te estoy siguiendo», y el remitente era aquel tuitero
desconocido que le envió la petición de seguimiento.
Con el pulso tembloroso, Ariana le
respondió con el mensaje: «¿Quién eres? ¿Por qué me sigues?». Siguió
caminando por el parque cada vez más y más deprisa y conforme iba
avanzado aumentaba la sensación de que alguien estaba corriendo detrás
de ella, tratando de atraparla. En seguida su DM obtuvo una respuesta:
«Te seguí y tú me seguiste, ahora yo te sigo». Entre el susto y la
confusión, Ariana le envió otro mensaje: «¡Estás loco, totalmente
loco!». La respuesta no se hizo esperar, y lo que leyó la dejó
totalmente helada: «Eso mismo me dijeron Martha y Rita». Ariana siguió
corriendo mientras escribía otro DM:
«¿Qué hiciste con ellas? ¿Dónde están?».
«Ellas me siguieron y yo las seguí».
«¿Dónde las tienes? ¿Están bien? ¿Están vivas?».
«Yo las seguí y ellas me siguieron».
«Así que éste es tu juego del #FollowBack, ¿verdad?».
«Bien Ariana, me alegro de que ya no seas una @TuiteraAnalfabeta».
«Pues yo no quiero que me sigas y no quiero seguirte».
«Ariana, recuerda: Sígueme y te seguiré. No podrás escapar de mí».
«¡Pues verás que hasta aquí llegó tu juego!».
Ariana entró al perfil del tuitero
desconocido y pulsó el botón de «unfollow»; enseguida empezó a soplar un
viento tan fuerte que la tiró al suelo inconsciente. Minutos después
volvió en sí y todo regresó a la normalidad. Llamó a sus padres para que
vinieran a recogerla en el parque, sólo quería acostarse en su cama y
olvidar todo lo sucedido.
De Marta y Rita nunca se supo nada, nadie
tiene idea de qué fue de ellas, no se sabrá nunca si viven o mueren. La
policía trató de investigar la cuenta @SíguemeYTeSeguiré, pero por más que buscaron el perfil, nunca lo pudieron encontrar.
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